viernes, 21 de febrero de 2014

Cemento, acero, y vidrio.



Estoy en una caja,
de cemento, acero, y vidrio.
Consciente en una caja,
de cemento, acero, y vidrio.
Despierto en una caja,
de cemento, acero, y vidrio.

A mis costados hay otros seres,
detrás de las paredes,
de cemento, acero, y vidrio.
Arriba hay otros más,
sobre el techo,
de cemento, acero, y vidrio.
Y abajo también hay otros,
debajo del piso,
de cemento, acero, y vidrio.

Por estos vidrios veo cajas,
de cemento, acero, y vidrio.
Donde también habitan seres,
dentro de cemento, acero, y vidrio.

Hasta el horizonte diviso cajas,
de cemento, acero, y vidrio.
Calculo miles de seres,
y solo veo cemento, acero, y vidrio.

Estoy a metros de algún par,
y no tengo forma de sentirlo.
Estoy rodeado de humanidad,
que no es consciente de que existo.

Toda conexión es interferida,
por la trama de cemento, acero, y vidrio.
Toda esperanza de comunión es destruida,
por lo tuyo y lo mío.

Así es nuestra civilización,
de lo tuyo y lo mío.
Es el imperio de las cajas,
de cemento, acero, y vidrio.

Así es nuestra religión,
de lo tuyo y lo mío.
Que nos convirtió en cajas
de cemento, acero, y vidrio.

De las cajas salen cajas,
de cemento, acero, y vidrio,
que interactúan con cajas,
de cemento, acero, y vidrio.

Nuestra humanidad vive escondida,
entre tanto cemento, acero, y vidrio.
Nuestra hermandad casi perdida,
por la interferencia de lo tuyo y lo mío.

Basta una caricia, una mirada,
para vislumbrar el paraíso perdido.
Basta un beso, un abrazo,
para arrancarnos de este infierno compartido.

Bastan esos momentos fugaces,
para evadirnos de ese lento suicidio,
de vivir atrapados entre tanto,
cemento, acero, y vidrio.

Basta estar despierto,
a la belleza de lo vivo,
basta ser consciente,
que nada es tuyo ni mío.

Y todos ser una tribu,
de seres humanos,
de seres vivos.

Viviendo juntos,
en contacto,
en un afectuoso tejido.

Así solo los fósiles quedaran,
del imperio de lo tuyo y lo mío.
Tristes cajas abandonadas,
de cemento, acero, y vidrio.

Servirán de señal a quienes vendrán,
de que nunca más deberán,
humanidad y hermandad encerrar,
en cajas de cemento, acero, y vidrio.

Donaciones

Imagina un mundo en el cual todos regalemos lo mejor que hacemos, y todos hagamos lo que más nos gusta hacer.

Luego, no solo imagínalo, sino que también, vive en él. Yo ya estoy allí, acompáñame.

Un abrazo,
Diego

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Un abrazo,
Diego