La noche se va dibujando,
en tensos nubarrones oscurecidos.
Atemorizantes gigantes sin forma,
inundan el cielo, lo cierran,
precipitan su inmensa figura,
sobre mí, sobre ellos, cubren todo.
El viento intensifica su caricia,
el aire, cálido, embriaga mi piel,
juega con mi pelo, le da vuelo,
lo marea, lo enreda,
besa su ser, le da vida, y nacido,
danza, goza, alegre sobre mi sien.
La playa cambia de habitantes,
se van las familias, vienen los amantes.
Duermen los juegos, despierta la pasión.
La playa cambia, y sigue viva,
se mantiene plena de alegría,
y ahora agrega, sexo, ternura, y seducción.
La noche es, el día se ha ido, no perdido.
Nos queda apenas, el azul eléctrico del agua, calma,
con su conmovedor arrullo brillante, constante.
Sutil y bella cortina sonora, cautivante,
en la que se funde gentilmente, armónicamente,
el placer espasmódico de los gimientes, navegantes.