domingo, 30 de enero de 2011

Relaciones

Estoy flotando en un universo danzante, luces, sombras, siluetas humanas se dibujan, se acercan, se definen, se colorean, se expresan, expresan el tono de su piel, el movimiento de los músculos bajo de ella, el volar de su cabello, la creatividad de su vestimenta, el ritmo de su andar, la profundidad de su mirada, develan su misterio, y se alejan, a sus mundos, a sus relaciones, a sus vidas.

Miles de vidas, miles de mundos, interrelacionados, seres que eligieron ser esta obra, en la que en este instante, estoy viviendo, seres con sus familias, sus amigos, sus compañeros, sus vecinos, seres con sus miles de relaciones, de las cuales, la más fuerte, en este mínimo instante, es la que tienen conmigo.


jueves, 27 de enero de 2011

El amor

Un intrincado camino de reflexiones derivó inesperadamente en una plácida imagen.

Un lugar cálido, el mar cercano, arena como suelo, llenaron mis sentidos, y frente a mí una rústica construcción de madera y juncos captaba mi atención. Su presencia era minimal, apenas unos troncos espaciados dibujaban su circular presencia, y una estructura simple y sólida sostenía su atractivo techo de junco, sin más que eso, atraía, sin más que eso, comprendí.

El corazón brinda resguardo incondicional al que repose en él, no existen puertas ni ventanas pues no hay muros en él, allí, todos pueden entrar y todos pueden salir, una y otra vez, en el momento que quieran, las veces que quieran. Su amor, indiferenciado e inagotable, sean miles bajo su techo, o sea uno solo, el amor recibido por cada individuo será el mismo, e incluso, ante la ausencia de receptor, el amor fluirá de igual manera.

Quién ama, sin hacer nada, da, quién ama no es, en él todo entra y nada es retenido, quién ama, solo quién ama, vive.

domingo, 23 de enero de 2011

El encuentro

El encuentro dejó de serlo para volverse agenda. Ahora, se requiere de organización, mensajes, respuestas, negociaciones, y por último agenda a futuro.

El disparador, la emoción surgida por él, va perdiendo fuerza en uno, en cada minuto transcurrido, en cada espera, en cada cambio de planes concedido, y se agota al fijar el encuentro para un futuro, con suerte cercano, aunque nunca presente.

El encuentro luego se dará, seguramente sea agradable, aunque será otro encuentro, el primero, el que surgió de la emoción, ese nunca se habrá dado, ese se habrá perdido.


sábado, 22 de enero de 2011

¿A cambio de qué?

Si tus ojos, al recorrer el pasillo y perderte en el fondo, son lo más bello del paisaje, ¿porqué distraerme y no admirarlos?

Si tú, compañera casual en este viaje, cansada, apoyas tu cabeza sobre el duro cristal, ¿porqué evitar ofrecer mi pecho y que duermas en él?

Si tú, otra tú, sentada delante de mí, dejas caer tu hermoso cabello y me regalas esa delicada imagen, ¿porqué reprimir el extender mis brazos y agradecerte con una dulce caricia?

Si tú, …


¿A cambio de qué aceptamos perder estos maravillosos momentos?

¿A cambio de qué sustituimos el amor por la propiedad?


martes, 18 de enero de 2011

La esperanza

La mente no está clara, se mueve, va de una idea a otra, se distrae, se pierde y vuelve, descubre y abandona, se interesa y se aburre.

El tiempo pasó, los caminantes también, juegos se iniciaron y culminaron, el sol se tornó horizontal hasta desaparecer. La obra corrió y yo no me he conmovido, todo estuvo ahí menos yo, fui apenas el espectador de la obra en la cual habito.

Construimos un mundo demasiado complejo, del cual a veces no logramos salir, ser concientes de la maravilla que estamos relegando por pertenecer a él, debe ser el faro que nos guíe a dejar una a una nuestras pesadas estructuras, y ser cada vez más sensuales y menos civilizados.

La luna, hermosa, completa, brillante, se asoma en el opuesto del sol caído, sin dudas, es un buen comienzo.


lunes, 17 de enero de 2011

La paz

La vida nos traerá tormentas, algunas más fuertes, otras más suaves, algunas perdurarán un largo período, otras serán fugaces.

Todas pasarán.

Cuando lo culminen, tendremos dos opciones:

Hablar de ellas, repudiar nuestra suerte, quejarnos a la existencia, a la vida, y a quién se nos cruce en nuestro camino,

o podemos,

contemplar la dorada imágen de la recién nacida paz,



y extasiarnos con la belleza de sus nuevos colores.



domingo, 16 de enero de 2011

El afecto

Tengo la percepción que el ser humano actual, el hombre civilizado de nuestra era, en ese proceso de civilización, lamentablemente, perdió el arte de dar afecto, aunque, afortunadamente, aún no perdió la voluntad de darlo, lo que nos lleva a afirmar que nuestro estado, aun siendo grave, es reversible.

Esta percepción surge de contemplar a grupos de personas a las cuales las une algún tipo de vínculo, familias, parejas, amigos, compañeros de trabajo, cualquier grupo, grupos en los cuales sea claro que hay alguna forma de afecto entre sus integrantes, y observarlos en sus momentos de distensión, de juego, de compañerismo. Es realmente sorprendente lo que se encuentra allí.

En esos momentos, rara vez se encuentra un abrazo o un beso, y si aparecen, en su mayoría lo hacen las versiones protocolares de ellos, abrazos o besos fríos, maquinales, carentes de sus ejecutantes, menos aún se encontrará allí la caricia, probablemente la forma mejor lograda de mostrar afecto en la evolución natural, queda vetada por nefastos mandatos culturales, y también, aunque parezca absurdo, la mirada escasea, y el verdadero diálogo también.

Estamos insertos en una sociedad que, una a una, desactivó las formas de dar afecto, algunas directamente las erradicó, otras las limitó a momentos tan precisos, que las redujo a torpes manifestaciones de ellas, debido a una lógica falta de experiencia, y a las restantes las vació de contenido, las dejó existir aunque ya sin residir el afecto en ellas.

La sociedad desactivó las formas, pues en las formas esta su poder, no lo está en la esencia, no lo está en la fuente, lo aún no formado es intocable, imperturbable, y de allí fluye el amor, surge el afecto.

Todo lo que surge de allí, no puede frenarse, surge imparable, aunque si es posible transformarlo, ese afecto que surge fuerte desde la esencia del ser humano, al no encontrar su forma natural de manifestarse, es transformado, es transformado en acciones que seguramente se vean opuestas a él, aunque sigue estando ahí, imperturbable, y la muestra de que sigue estando allí es que gracias a alguna sabiduría desconocida, el otro percibe, quizás hasta sin darse cuenta concientemente, ese afecto tan ridículamente disfrazado.

Dada esa formidable adaptabilidad del afecto, y debido a la nefasta represión de las muestras naturales de afecto, que la sociedad cultivó en nosotros por milenios, actualmente la forma más común de mostrar afecto es a través de molestar al otro. Parece ridículo, en extremo tonto, aunque es fácilmente comprobable tristemente.

Para confirmarlo basta observar como se desarrollan las reuniones de amigos, como se efectúa un cortejo, el constante histeriqueo en los integrantes de una pareja, y hasta en los juegos que se realizan en una vinculación padres-hijos. En todos estos casos se encuentran en su mayoría acciones que implican molestar al otro dentro de ciertos límites. La acción debe perturbarlo de alguna manera de forma que reaccione, aunque sin que la misma rompa el vínculo. De esa forma mantienen entre ambos, la atención, la cual es la más mísera representación del afecto.

El llamado es a usar todo ese potencial dormido por milenios, a volver a cultivar el arte de mostrar afecto, a no contentarnos con que detrás de una conducta hostil se esconde el afecto, a liberarnos de las cadenas desnaturalizadoras de la civilización.

El llamado es a volver a mirar, a volver a dialogar, a volver a abrazar, a besar, a acariciar, y especialmente, a realizar todas estas naturales manifestaciones de afecto, con nuestro ser, plenamente, totalmente, y concientemente, inmerso en ellas.


La neblina

Existen días en los cuales uno parece estar inmerso en una neblina, hay algo, algo inobjetable, inobjetable en sus dos definiciones, algo que existe indiscutiblemente, y también algo que no se puede identificar, algo que no se puede hacer objeto aunque indudablemente es.

Esos días, se perciben como si nuestra conexión con el universo estuviera sufriendo alguna interferencia, como si la imagen se viera borrosa o se escuchase algún zumbido, dificultando nuestro estar en la vida.

El comienzo de cada uno de esos día ya es así, quizás algo perturbó nuestro sueño, quizás un sueño mismo perturbó nuestro despertar, quizás nada pasó, independientemente de la causa, la realidad es que la neblina se instaló, y si somos lo suficientemente conciente, la percibimos en el preciso instante en que nacemos al nuevo día.

El día transcurrirá, probablemente sin mayores dramas, pasará sin problemas siempre que sepamos convivir con la neblina en vez de luchar contra ella, pasará, puede ser en unas horas, quizás en unos días, esperemos que no nos acompañe por meses, no sabremos porque nos abandonará, como tampoco supimos porque ha venido, ha sido, ahora es, luego también será, y más tarde dejará de serlo, seguramente cuando esto pase, nos sentiremos plenos, aliviados, nos ilusionaremos con estar curados, con que nunca volverá, y lo hará, una y otra vez lo hará, como también lo hará la muerte.

Existen momentos de plenitud, existen momentos de neblina, también momentos de angustias con infinitas gradaciones en ella, y existen finalmente momentos de muerte. De todas formas, todos ellos, incluidos los de muerte, son momentos de vida, por ello, todos estos momentos debemos vivirlos, tomarlos de forma total y experimentarlos con plena conciencia.


El único pecado es evadirse.


sábado, 15 de enero de 2011

La pausa

Cierro los ojos, el universo decae a un mínimo punto dentro de mi, una sensación de paz me toma, afloja progresivamente mi expresión, mi rostro, mi boca, desciende luego por mi cuello, mis hombros, mi espalda, todo esto mientras escucho dentro de mi, un leve sonido, grave, sostenido, suave, invariable a excepción de leves ondulaciones de volumen, que tienen su pico en el preciso instante que percibo el distender de cada nuevo músculo. Con el último de ellos, una larga, profunda y serena respiración corona la experiencia.

Un rulo acaricia alternadamente mi frente, mi sien, mi párpado, el sol cuela su luz a través de este último y forma un naranja degradé, repite el mismo ahora de forma térmica sobre mi piel, todo esto mientras se escucha el calmo, y aún así caótico, arrullar de las olas en su constante romper. Mis brazos se elevan, mis piernas se extienden, mis pies se flexionan, y cuando el último músculo recupera el tono, mis ojos se abren, y yo decaigo a un mínimo punto dentro del universo.

jueves, 13 de enero de 2011

Una mujer con sombrero

A treinta metros sobre Malvín, un amable whisky juega en mi boca, la brisa, serena, intermitente, fresca, enreda mi cabello y acaricia mi piel, la calma vista de un Montevideo dormido invita a un largo y atemporal contemplar, y tras el fondo sonoro urbano conmueve el delicado sonar de un lejano llamador de ángeles.

A treinta metros sobre el influjo de la civilización, el placer de vivir alarga la noche, los sentidos estimulan desde el presente, los recuerdos traen al ahora aquellas experiencias aquí vividas, la imaginación vive infinitos posibles futuros, y tras ese fondo sensorial ampliado, conmueve esta canción de Silvio, que hace unas horas, en la rambla, la mágica visión de una mujer con sombrero despertó.

Video:

http://www.youtube.com/watch?v=_nbFvSpETIs&feature=related

Letra:

Oleo de mujer con sombrero
(Silvio Rodríguez)

Una mujer se ha perdido
conocer el delirio y el polvo,
se ha perdido esta bella locura,
su breve cintura
debajo de mí.
Se ha perdido mi forma de amar,
se ha perdido mi huella en su mar.

Veo una luz que vacila
y promete dejarnos a oscuras.
Veo un perro ladrando a la luna
con otra figura
que recuerda a mí.
Veo más: veo que no me halló.
Veo más: veo que se perdió.

La cobardía es asunto
de los hombres, no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan a amores,
ni a historias,
se quedan allí.
Ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar.

Una mujer innombrable
huye como una gaviota
y yo rápido seco mis botas,
blasfemo una nota
y apago el reloj.
Que me tenga cuidado el amor,
que le puedo cantar su canción.

Una mujer con sombrero,
como un cuadro del viejo Chagall,
corrompiéndose al centro del miedo
y yo, que no soy bueno,
me puse a llorar.
Pero entonces lloraba por mí,
y ahora lloro por verla morir.

(1970)

miércoles, 12 de enero de 2011

Solo gana quién no juega

El juego consiste en …, los oponentes buscarán …, intentarán desarrollar sus movimientos de modo que …, hasta que uno de ellos alcance …, y gane, determinando la derrota del resto de sus compañeros de juego.

Las olas nacen, se forman, corren, rompen, deslizan su último impulso sobre la arena, desaparecen, la arena recibe el perecer de la ola, se empapa, recibe el rayo de sol, pierde su humedad, recibe el pie del niño, imprime su huella, recibe más pies, miles de ellos, se diseña, recibe el viento, se otorga, miles de granos navegan el viento, construyen dunas, y sobre esas dunas, camina ella.

La existencia crea un paraíso a cada instante, y lo ofrece a quién no se distrae compitiendo.

martes, 11 de enero de 2011

La mirada

Camino, camino entre la gente de esta ciudad, camino y contemplo, contemplo sus ritmos, sus andares, sus calmas y sus apuros, sus alegrías y sus penas, contemplo y vivo, en destellos fugaces, mis encuentros con sus vidas.

Pasan, reflejando la luz de su identidad olvidada, pasan, en sus mundos, en sus sueños, en su ilusión, pasan, con sus miradas llenas de futuro y vacías de ahora, recorren la plaza, viendo agendas, computadoras, participando de reuniones, atendiendo clientes, o quizás, comprando, cocinando, lavando, y en el mejor de los casos, amando. Recorren la plaza, sin pisarla, recorren la plaza, sin verla ni oírla, recorren la plaza, sin vivirla.

Pasan, como granos de arena llevados por el viento sobre las dunas de un árido desierto, pasan, indiferentes, ciegos ante la belleza del sol coloreando sus pieles, del viento dándole vida a sus cabellos, de sus fascinantes individualidades mostrándose en sus gestos, en sus movimientos, en sus expresiones, pasan, ausentes, inertes ante la maravilla de la proximidad del otro, pasan, pasan y no viven.

Camino, camino y contemplo, contemplo uno a uno estos granitos de arena, contemplo porque en todo desierto existen los oasis, y porque por más oculto esté el ser tras los velos de la persona, este nunca resiste la tentación de mostrarse ante una mirada profunda y serena, contemplo, porque en ese mágico instante en el que nos vemos a los ojos, en ese instante, tan fugaz como eterno, ambos, ahora si, vivimos.

lunes, 10 de enero de 2011

El oscuro camino a la felicidad

Existe una sensación generalizada, en la cual la persona, percibe que en sus vacaciones se libera de una difícil y opresora vida, para por unas semanas, dos, tres, quizás un mes, un tiempo mínimo, poder sentirse libre, feliz, y haciendo lo que le gusta.

Probablemente para ello, trabajó el año entero, quizás incluso extendió su horario, resignó varios días no laborables, y aceptó realizar tareas poco interesantes y quizás también desagradables. Seguramente vivió un año muy duro, casi sin alegría alguna, prácticamente solo sobrevivió todo ese período, aún así, es posible que ahora sienta orgulloso de eso, porque ahora tiene su premio, ahora tiene sus breves días de libertad.

Tiene su libertad de compartir con miles de otros libres ese ínfimo lugar que libremente eligió entre la única opción que le sugirió la industria del turismo.

Y allí está, luego de haber comprado para esta ocasión gran parte de su actual equipaje, luego de haber viajado kilómetros, luego de haber gastado tiempo en buscar y dinero en arrendar, su nuevo hogar transitorio, allí está, haciendo lo mismo que hacía en su residencia habitual y seguramente con menos comodidad.

Allí está, solo que ahora, en esos pocos días, y en ese lugar particular, siente que por un momento, puede permitirse, ser feliz.

domingo, 9 de enero de 2011

Deseos

Vivimos en una sociedad, en la cual, generalmente, el intervalo entre el surgimiento de un deseo y su satisfacción, es demasiado largo, al punto de que la mayoría de las veces nos encontramos luchando por deseos que ya desaparecieron.

Los deseos, los reales, los que surgen desde dentro, de los instintos, de las emociones, duran poco tiempo en nosotros, se satisfacen en ese momento o se frustran, no existe una tercera opción. La tercera opción, la de la lucha constante, la del sacrificio, la del orgullo por el mismo, no es más que la razón, edulcorando el fracaso y anestesiando el golpe de la frustración. La intención es buena, quizás hasta necesaria, el resultado no lo es, el autoengaño nos encierra en una agónica carrera cuya meta siempre está un buen trecho por delante de nosotros.

Que vivamos en una sociedad así no es casual, nuestra razón no decidió funcionar de esa manera por un afán sobreprotector, debió hacerlo, al ver que no sobreviviríamos en una sociedad que sistemáticamente construye estructuras, cada vez más pesadas, cada vez más sólidas, cada vez más complejas, para obstaculizar la concreción de los deseos, simplemente porque quién está satisfecho no consume.

sábado, 8 de enero de 2011

Decisión involuntaria

Estoy en uno de esos momentos en los cuales no me surge la voluntad de hacer algo, no por rechazo a hacer, sino simplemente porque no surge la voluntad de hacer algo en particular.

Racionalmente exploro mis posibilidades. El día llama a salir, está soleado, algo fresco quizás, aunque no deja de estar agradable, podría salir, podría leer en la rambla, en un banco en la rambla, en el auto estacionando en la rambla, en el parador, aunque ahora no, en un par de horas cuando abran, también podría leer aquí, estoy en un lugar agradable y no necesito movilizarme, en definitiva no gano mucho en ir a la rambla, el paisaje es algo mejor, uno puede distraerse observando a la gente, sus gestos, su belleza, sus particularidades, a veces leer es solo una excusa para estar ahí contemplando, quizás la lectura solo esté para llenar momentos poco interesantes de ese contemplar, lo cual cuestiona si el contemplar es la distracción de la lectura, o a la inversa, la lectura lo es del contemplar, y cuestiona también, si es sano buscar insertarme en esas situaciones disociantes, en vez de secuencializar las acciones, y leer de forma total en un momento y contemplar de forma total en otro.

No hay respuesta a esto, como no hubo respuesta a los cuestionamientos anteriores, aunque en este caso experimentalmente no hay respuesta válida ya que he probado los tres casos, he salido a leer en la rambla, he leído en casa sin distracciones, y he ido a la rambla solo a contemplar la misma, ninguna es mejor que la otra, todas funcionan bien en algunas ocasiones, y todas también fracasan en otras, y especialmente fracasan en momentos como este, en el cual no surge la voluntad de ninguna de ellas.

Por ese motivo estoy escribiendo, y ahora me cuestiono si tiene sentido que siga escribiendo, si no estaré perdiendo el tiempo, dado que tampoco me surgió naturalmente la voluntad de escribir, solo probé hacerlo buscando que me sacase de este estado, y no lo hizo.

Donaciones

Imagina un mundo en el cual todos regalemos lo mejor que hacemos, y todos hagamos lo que más nos gusta hacer.

Luego, no solo imagínalo, sino que también, vive en él. Yo ya estoy allí, acompáñame.

Un abrazo,
Diego

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Un abrazo,
Diego