Camino, camino entre la gente de esta ciudad, camino y contemplo, contemplo sus ritmos, sus andares, sus calmas y sus apuros, sus alegrías y sus penas, contemplo y vivo, en destellos fugaces, mis encuentros con sus vidas.
Pasan, reflejando la luz de su identidad olvidada, pasan, en sus mundos, en sus sueños, en su ilusión, pasan, con sus miradas llenas de futuro y vacías de ahora, recorren la plaza, viendo agendas, computadoras, participando de reuniones, atendiendo clientes, o quizás, comprando, cocinando, lavando, y en el mejor de los casos, amando. Recorren la plaza, sin pisarla, recorren la plaza, sin verla ni oírla, recorren la plaza, sin vivirla.
Pasan, como granos de arena llevados por el viento sobre las dunas de un árido desierto, pasan, indiferentes, ciegos ante la belleza del sol coloreando sus pieles, del viento dándole vida a sus cabellos, de sus fascinantes individualidades mostrándose en sus gestos, en sus movimientos, en sus expresiones, pasan, ausentes, inertes ante la maravilla de la proximidad del otro, pasan, pasan y no viven.
Camino, camino y contemplo, contemplo uno a uno estos granitos de arena, contemplo porque en todo desierto existen los oasis, y porque por más oculto esté el ser tras los velos de la persona, este nunca resiste la tentación de mostrarse ante una mirada profunda y serena, contemplo, porque en ese mágico instante en el que nos vemos a los ojos, en ese instante, tan fugaz como eterno, ambos, ahora si, vivimos.
2 comentarios:
Diego:
leo esto y me produce varias sensaciones ... tal vez esas varias son una sola ... (como seguramente esto lo lean muchos prefiero comentarte esta apreciación por mail si te parece bien).
un abrazo, Karinna.-
Hola Karinna,
Recibí tu mail. Gracias por lo que me decís en él.
Luego te respondo el mismo, hoy quizás no pueda.
Besos,
Diego
Publicar un comentario