viernes, 25 de marzo de 2011

La luna, el reencuentro

Ya no hay excusa, ni espera,

hay voluntades encontradas,

hay disponibilidad en común.


La distancia desvanece,

la ausencia sabe a ilusión.

Reencuentro y despedida,

se acercan, se tocan,

se esfuman.


Se encuentran dos nuevos seres.

Otro yo, y otro tu,

se nutren en otro encuentro.

Nueva alquimia ocurrirá,

y otro nuevo par de seres se creará.








jueves, 24 de marzo de 2011

La luna, la despedida

Nos amamos, descansamos,

alcanzamos la paz,

en la mirada del otro,

recobramos la respiración,

en el mutuo abrazo.

Los vientres distendidos,

se acariciaron,

danzaron en sincronía.

La eternidad terminó.

Volvimos a ser dos,

tu volviste a ser tu,

ahora con algo de mi.

Yo volví a ser yo,

ahora con algo de ti.










martes, 22 de marzo de 2011

La luna, hoy, junto a mi

La invité a mi balcón,

brilló su mirada,

se acercó, se quedó,

jugamos, bailamos,

disfrutamos,

nos amamos







lunes, 21 de marzo de 2011

La luna, siempre bella, hoy, más cercana

Su perigeo, fue solo una excusa para esperarla,

buscamos en el horizonte, y no se elevó,

prefirió formarse, dibujarse completa,

intuirse apenas en la claridad del día,

luego si, ya bella y cercana,

se ruborizó con nuestra mirada.
















martes, 15 de marzo de 2011

Cálido delirio

Una gaviota,

vuela, danza,

dibuja círculos frente a mi.

Corta la seda ondeante de líquido atardecer.

Surge un brillo lechoso,

de la orilla al horizonte.

Reflejo de un reflejo.

Sol encarnado en nube.

Nube transformada en costa,

costa aérea de un mundo al revés.

El Atardecer prolongado unos instantes,

en ese mundo sobre el mío.

El natural silencio de ese mundo,

en el artificial estruendo lo he perdido.

Cae la noche también en el mundo invertido,

se disuelve la senda láctea en el oscuro río,

parte la gaviota, me abandona el brillo,

culmina el delirio, vuelve el frío.

viernes, 11 de marzo de 2011

El azar

Unos días atrás, un negro cascarudo surcaba tembloroso su caótico camino hacia, quién sabe, hacia adelante, corría impetuoso, danzante. Una rueda, un auto, dos toneladas sobre él. Nunca supo que pasó, nunca sabremos donde fue.

Hace millones de años, hermosos, majestuosos, gigantescos seres, poblaban cada rincón de nuestra hermosa tierra, el más variado y fantástico jardín de reptiles protagonizaban sus peculiares dramas de sangre, lucha, ingesta, y reproducción. Un asteroide, el frío azar del cosmos, una dantesca explosión, una eterna noche, un hábitat que repentinamente se torna mortalmente hostil. Nunca supieron que pasó, nunca sabremos donde fueron.

Recién, miles de familias, el mar como paisaje, la bahía como descanso visual diario al duro trajín cotidiano. Un temblor, salvaje temblor, el placentero cuadro que embellecía el horizonte se retuerce, se oscurece, se eleva como negra muralla, de la que ahora ya son parte. Nunca supieron que pasó, nunca sabremos donde fueron.

El aire cálido del balcón, las nubes dibujando efímeras obras en el cielo, lejanos pájaros en la honda altura pasean por el firmamento, la luna, delgada, apenas visible en la claridad del día, se sonroja al ser descubierta, el mar, calmo, se entinta alternadamente de diversos colores, al son de las luces y sombras que lo impactan. No supimos que pasó, yo sigo escribiendo y tú sigues leyendo, nunca sabremos hacia donde, seguimos yendo.



viernes, 4 de marzo de 2011

El salto

Existe un salto al vacío que muy pocos han dado, un salto total al presente, un simultáneo olvidar por completo el futuro y un dejar de esperar por revivir el pasado, un soltarse de todo, un caminar sin rumbo por siempre, no un paseo, no un recreo, no un retiro, por siempre, desde un comienzo ya olvidado, y hasta un futuro inimaginable, hasta que nos encuentre la muerte, y luego también.

¿Podemos llamar vivir a algo distinto a eso?

Podemos estar más cerca, podemos estar más lejos, aunque siempre sin estar ahí.

Sin el gran salto, nunca habremos tenido el coraje de vivir, ni la valentía de nacer.

Y así pasaremos por la existencia, como recorriendo un museo, veremos a la vida dentro de una vitrina, con algo de suerte nos acercaremos a ella, quizás en algunos casos la toquemos, en contadas ocasiones nos quedaremos un tiempo a su lado, hasta que algo nos tironee, nos arranque de allí, responsabilidades, ansiedades, políticas, leyes, miedos, cobardía, y más tarde o más temprano, estaremos fuera, el museo habrá cerrado, y volveremos a ser tristes engranajes de una maquinaria que no comprendemos.


Donaciones

Imagina un mundo en el cual todos regalemos lo mejor que hacemos, y todos hagamos lo que más nos gusta hacer.

Luego, no solo imagínalo, sino que también, vive en él. Yo ya estoy allí, acompáñame.

Un abrazo,
Diego

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Un abrazo,
Diego