El amor,
una palabra,
de significado incierto.
Detrás,
un sentimiento,
complejo, inmenso.
El amor,
un concepto,
variable, perverso.
Detrás,
sensaciones,
de agua y fuego.
El amor,
una cultura,
de sufrimiento y celos.
Detrás,
solo deseo,
creatividad, y vuelo.
El amor no es,
eso que crees que es.
Tampoco es,
eso que te dijeron que es.
Ni tampoco será,
aquello que luego creas que es.
Porque encarcelado en un “es”,
el amor deja de ser.
El amor es, vive, palpita,
en cada ser,
en mí, en ti, en él,
en el río, en la piedra, en la miel.
Una melodía, un aroma,
una danza, un juego,
de masa, de energía,
de todo lo que el universo es,
infinito, eterno,
continuo, constante,
indescriptible, inabarcable,
algo así, quizás pueda ser.
Lo que si es seguro,
es que no es tuyo, ni es de nadie,
no emana de ti, ni de nadie lo hace.
él tan solo existe, es,
apenas a veces tu puedes,
alcanzar conectarte a él.