Existe una sensación generalizada, en la cual la persona, percibe que en sus vacaciones se libera de una difícil y opresora vida, para por unas semanas, dos, tres, quizás un mes, un tiempo mínimo, poder sentirse libre, feliz, y haciendo lo que le gusta.
Probablemente para ello, trabajó el año entero, quizás incluso extendió su horario, resignó varios días no laborables, y aceptó realizar tareas poco interesantes y quizás también desagradables. Seguramente vivió un año muy duro, casi sin alegría alguna, prácticamente solo sobrevivió todo ese período, aún así, es posible que ahora sienta orgulloso de eso, porque ahora tiene su premio, ahora tiene sus breves días de libertad.
Tiene su libertad de compartir con miles de otros libres ese ínfimo lugar que libremente eligió entre la única opción que le sugirió la industria del turismo.
Y allí está, luego de haber comprado para esta ocasión gran parte de su actual equipaje, luego de haber viajado kilómetros, luego de haber gastado tiempo en buscar y dinero en arrendar, su nuevo hogar transitorio, allí está, haciendo lo mismo que hacía en su residencia habitual y seguramente con menos comodidad.
Allí está, solo que ahora, en esos pocos días, y en ese lugar particular, siente que por un momento, puede permitirse, ser feliz.
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