Existe una pureza perdida,
en el contacto de la piel,
en la caricia, en mi piel y en la tuya,
existe un fino placer.
Un placer instantáneo,
puro, total, único,
un placer que no pide nada,
y nos da todo.
Un placer intenso,
un placer real,
duradero, eterno,
vivencial.
Un placer que no necesita,
de mí, tampoco de ti,
un placer que es,
porque lo dejamos ser,
porque no somos,
porque nos dejamos ser.
Un placer puro, no artificial,
que surge de tu piel, y la mía,
de tu mirada, y la mía,
de tu ser, y el mío,
de nuestra fusión,
de este encuentro.
Un placer que no surge de quién eres,
ni de lo que tienes,
que poco le importa quién soy,
ni lo que tengo.
Un placer que surge de la piel,
del abrazo y la caricia,
del olor y el sabor,
del amor y el movimiento,
del universo y de la vida,
del todo, del uno,
de la eternidad, del hoy
del infinito presente.
1 comentario:
Carpe diem Diego! Sí que es un placer :) Un saludo
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